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Análisis de un Canciller

Turista, Andariego o Vagabundo del Norte Argentino (Parte I)

Luego de dos meses de trabajo en mi pasantía eran necesarias unas vagaciones dedicadas a la vida contemplativa (como bien lo recomienda Paula Arboleda), por lo cual decidí conocer el norte argentino, es decir algunos pueblos desde el limite con Bolivia hasta San Miguel de Tucumán- Argentina.

Mil historias por contar y caras para recordar, así como aconteciomientos ajenos a mi imaginación y vividos en carne propia, sin llegar a ser fantasías animadas de Warner Brothers.

El sábado al llegar a Tucumán Capital, compré el pasaje hasta la Quiaca, pueblo limítrofe de ambos países, el viaje salía a las 00:45, entonces preferí conocer algunos puntos  de San Javier como el cristo, los valles y las cataratas, bastante secas por cierto.

Al salir de las cataratas, sin pagar los dos pesos de entrada pues no se encontraba el funcionario que autorizaba la entrada, en todo caso la puerta estaba abierta, y no pensaba rechazar aquella cordial  invitación de ingreso.

Luego como no pasaba bus de regreso, comencé a caminar por la carretera subiendo la montaña, me encontré con una manada de ovejas en la mitad del camino, de repente una de ellas me miro, y por inercia el resto de la manada  dos segundos después estaba caminando a su paso más rápido en mi dirección.

En un primer momento dije "vamos son ovejas" pero al tenerlas bastante cerca, preferí no quedarme a entablar nuevas amistades y salí como alma que lleva el diablo con maletas cargadas,  perseguido por un rebaño de ovejas malhumoradas en una carretera desolada.

Pensando lo irónico de ser atacado por aquella manada, ni siquiera algo valeroso  para recordar como un grupo de mujeres atractivas de la capital colombiana buscando las tarjetas de crédito, o un grupo de protesta rompiendo vidrios, tan solo una manada de ovejas en la mitad de la nada, eso realmente era el colmo y claro tenía que pasarme a mí. 

Al lograr pasar aquel bochornoso asunto, el cual espero quede en el baúl de los recuerdos, eché dedo en la carretera esperando que algún carro me bajara hasta el pueblo, entre tanto pasó una camioneta  vieja de color roja quien mas adelante se estacionó, por lo cual intenté subir a platón de la camioneta, cuando escuché un grito de su dueño diciendo que pasara al puesto de adelante, aun así alcancé a ver sangre derramada y los restos esparcidos de una res muerta. 

Se trataba de un campesino de la región, carnicero principal de la loma, portaba una camisa verde,  pantalones   oscuros tipo jean, botas campestres de cuero, y una barba que bien podría confundirse con los pelos del pecho y de las axilas, así como su aliento de cigarrillo Piel Roja. 

Hablaba con lentitud, mientras indagaba sobre mi estadía en el norte argentino, me relataba con excitación la tradición de sus nueve hijos carniceros cuando aprendieron a degollar reces de temprana edad,  señalandome con orgullo el cuchillo con el cual les había enseñado el trabajo de casa, e intentaba tomar mis datos personales para luego llamarme con el fin de pasar una tranquila estadía en sus tierras al otro lado de la montaña y de paso presentarme a su hija menor de 17 años.... La tranquilidad retornó cuando baje de la camioneta ya entrada la noche en el centro de la ciudad.

En Villazón Bolivia se encuentra un mercado de ropa y artículos andinos confeccionados en Perú, los cuales se venden a precios muy bajos, al pasar el mercado para conocer el pueblo, lamentablemente se encuentra una gran pobreza, condiciones de suciedad y falta de higiene por doquier.  De acuerdo con las normas  bolivianas no podían otorgarme  el sello de salida en la aduana Bolivia sino había pasado minino un día de diferencia desde el ingreso y la salida de Bolivia, y sin aquel sello de salida, no podía obtener el ingreso legal a la Argentina. 

Contra mi voluntad, habiendo ya pagado hostel en la Quiaca- Argentina por 35 pesos con cuarto privado, televisión, agua caliente y excelente presentación, debí dejar algunos objetos de valor y pasar la frontera nuevamente para pernotar la noche en Villazón.

Encontré hospedaje en un hostel algo polvoriento por 12 pesos, con anfitriones  amables, quienes me brindaron un te de coca, con hojas naturales, por 2 pesos argentinos, para evitar  inconvenientes de la altura. A media noche decidí retirarme a dormir luego de escuchar a un español su proyecto de construir un gran hotel en Potosí, aun así me preguntaba como un señor de ese talente pasaba la noche en aquel hostel.

Mientras intentaba dormir tocaron la puerta del cuarto pues iba a ingresar  otro andariego. Cual sería mi sorpresa al encontrarme con que aquel personaje era un colombiano, expulsado del territorio chileno por robar almacenes luego del terremoto.

De golpe prendió la luz del cuarto, se trataba de un afrocolombiano con dos dientes de oro y una sonrisa  enrome quien no paro de relatarme en toda la noche un discurso izquierdista, repulsivo  contra de los niños acomodados de las universidades privadas, así como contra toda persona con un proyecto de vida organizado y las mil razones para robar a la clase pudiente, claro está luego de creer que yo era un mesero ganándome la vida en Buenos Aires. Por lo cual me hizo prometerle ir a visitarlo en el barrio constitución de Capital Federal, y así ser uno más en el barrio de los colombianos para enfrentar a los peruanos por el territorio.....""

La verdad no pude dormir en toda la noche esperando el amanecer para salir de aquel cuarto, el momento se dio. sin dudarlo medio segundo  salí de aquel rincón del mundo, no sin antes ver un escupitajo en el suelo proveniente de aquel personaje, según él en mi honor....

                                                                                                                     Continuará.........

                                                                                                                                                                      FJAC- Abril 2010

1 comentario

Paula -

Después de todo que todoterreno Fran!, que buen viaje!!