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Análisis de un Canciller

Extraño y Patético.

El reconocimiento de los placeres sociales, tan solo lleva inmersa aquella soledad comparable con el lado oscuro de la luna, que muchos quisieran descubrir pero pocos se atreven a explorar.

Sonríes con naturalidad, casi automáticamente cuando atraviesa, sin pensarlo buscas cualquier excusa poco común para hablarle, tienes claro que debes escuchar, entender qué dice, cómo conectar sus palabras y gestos en el menor tiempo posible. Es una competencia absurda y salvaje con los buitres del lugar.

La haces sentir única, pones cara de juguetón, inquieto, ligeramente delirante, de poco en poco buscas mimetizar ambas locuras, con la única finalidad hacer brillar el alma de sus ojos de forma natural, con tus comentarios ridículos o irónicos pero sutiles y graciosos.

Compartes la reunión, haces que todos participen, buscas que ella se sienta libre de vos, simulas la elegancia y elocuencia de un Conde. Tiras al grupo un comentario, cuando todos ríen vos aprovechas el momento, levantas tu copa, propones un brindis, y te clavas en su expresión con algo más que travesura, le das a entender con una ligera, sutil pero firme caricia que el misterio con vos implica diversión.

La noche es tuya, deja que todos piensen que nada ha sucedido, logra con una sonrisa lúgubre hacerles creer que has fracasado, protege su identidad,  solo los viejos lobos sabrán qué tienes entre manos.

Un cigarrillo, una madrugada, un poco de aire en el balcón son suficientes para vos.

A la mañana siguiente te sentís extraño y patético, descubriendo la más absurda de tus soledades, alguna vez fuiste otro, arriesgaste todo y perdiste tu libertad.

Ahora te desconoces, quisieras cambiar, buscar tu piedra angular, abandonar el circuito que falsamente has creado y sigues como un talismán.

Tomas un café y sales a caminar, en todo caso, lo sabes tarde o temprano volverás a recaer, pues es un vicio más fuerte que vos, es tu naturaleza animal y en el fondo te resulta inconcebible retenerla  con la excusa de parecer normal.

 

 

Un flaco, bohemio y soñador.

Rosario.

Julio 2013.

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